En el año 2011, el prestigioso crítico literario de Chile, Camilo Marks, hizo una reseña crítica del primer libro de cuentos de Esteban Escalona, titulada Nacidos para ser Invisibles, y que describió como “Un interesante y promisorio debut literario”. El texto apareció en la Revista Artes y Letras del diario EL Mercurio.
NACIDOS PARA SER INVISIBLES
Entre los diez cuentos que componen Ciudad Capital, primer libro de Esteban Escalona, por lo menos la mitad de ellos posee la calidad, fluidez narrativa y un estilo seguro, sin baches ni malos momentos; es decir, dan la impresión de que el autor no es un principiante, sino alguien que conoce bien este difícil arte prosístico. Se trata de relatos casi siempre solventes, reveladores de mundos desconocidos, de preferencia el mundo de la gente que carece por completo de voz y presencia en el espacio público y también de nuestras letra. No es un logro menor si consideramos que, en los tiempos que corren, prácticamente todos los meses se publican colecciones de escaso mérito, sobresaliendo los volúmenes dedicados al microcuento, esa forma algo perversa que permite juntar unas pocas palabras en párrafos de mínima extensión.
Con respecto al valor y madurez que muestra Escalona, resulta tentador citar una parte
A diferencia de tantos escritores y escritoras extasiados con la modernidad, la autopistas, los malls, los viajes a lugares exóticos a Esteban Escalona le interesan las personas anónimas.
de la presentación de Marta Blanco para esta antología: “Quizás solo porque nadie ve a los seres nacidos para ser invisibles en un mundo ingrato, ajeno, tan miserable con el débil, el pobre, el viejo solitario, Esteban Escalona los saca a la luz. Nos hace reír y nos hace pensar. Es más escritor que joven, pues escribir se asienta con los años, mientras la juventud es apenas una enfermedad que se pasa…con los años”. En efecto, a diferencia de tantos escritores y escritoras extasiados con la modernidad, la autopistas, los malls, los viajes a lugares exóticos a Esteban Escalona le interesan las personas anónimas, en un país donde apenas tienen cabida los cesantes o subempleados, los románticos solitarios perdidos en puebluchos o los fracasados que nunca lograron lo que soñaban, porque las circunstancias simplemente no se lo permitieron.
“Esto de ser un latin lover”, que da inicio a la serie, expone las peripecias de un chileno en Dublin, Londres y Edimburgo; de algún modo que no queda claro, se liga con Erin MacAleese, una policía aficionada a las aventuras eróticas salvajes. Tras una pelea con un “guatón… oportunista que quiso probar suerte en Europa haciéndose pasar por exiliado político”, se ve obligado a huir de la capital escocesa. El tono picaresco, la ausencia de egocentrismo en una pieza escrita en primera persona, la manera casual como se enlazan las anécdotas, confieren al relato un carácter liviano, a ratos hilarante. “¿Cómo andamios?” sería muy parecido si la situación no fuera espantosa: dos obreros de la construcción cuelgan desde 16 pisos de altura en un edificio céntrico y están a punto de caerse, mientras abajo se agolpa la multitud, llegan los equipos de rescate y aparecen los infaltables noticieros televisivos. La diferencia entre ambos hombres es radical: mientras Omar se desloma diariamente arriesgando el pellejo, “Pedro no tenía nada que hacer en ese lugar”, ya que es presidente del sindicato y se dedica a maniobras politiqueras y burocráticas. El incidente se presta para un ácido diálogo, en tanto la escena es seguida en la calle por una bella ejecutiva, la cual entrega el final desde su punto de vista.
“Madame Morgane” transcurre al interior de un café en Santiag, sin que sepamos el barrio o la calle donde se encuentra. Un joven tiene la tarea de seguir los pasos de una misteriosa dama ya entrada en la sesentena y que fue, hace mucho tiempo, vedette de la boite más prestigiosa de la capital; dicho oficio le permitió codearse con embajadores, altos dignatarios, políticos y otros encumbrados personajes. El escribiente que sigue los pasos, mejor dicho la invariable rutina de Morgane, no tiene idea de la naturaleza del encargo, y ahí esta la gracia de la historia. “Escoba nueva” tiene como protagonista a Segundo Fuentes, un barrendero de la Municipalidad de Santiago, y su escenario va de las afuera de la iglesia de San Francisco a los patios vecinos de la Plaza de Armas. Segundo padece una enfermedad que le produce dolores insoportables, debe ser operado, y lo tramitan una y otra vez en el hospital; se hace grandes esperanzas con los nuevos equipos mecánicos para limpiar las calles, pero sufrirá otra desilusión cuando sabe que su nombre es descartado en razón de la vejez.
“Cada día” y “¿Así de fácil?” son los trabajos más débiles de la compilación debido a su excesiva brevedad y falta de desarrollo. Sin embargo, “El violín”, “Alergia” y “Fuego” están tan logrados como los que ya reseñamos, y gracias a ellos Ciudad Capital, es un promisorio e interesante debut literario.
Camilo Marks. Crítico Literario Revista Arte y Letra, diario El Mercurio
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